[Autor: Ángel Jiménez]
[Fuente: ConSalud]
Desde el inicio de la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 el mundo la comunidad científica internacional ha trabajado contrarreloj para conseguir desarrollar, en el menor tiempo posible, vacunas contra la Covid-19. El mundo ha sido testigo del esfuerzo titánico logrado por la ciencia que, en menos de un año, ha conseguido desarrollar varias vacunas contra el virus con altas tasas de eficacia y que garantizan nuestra seguridad. A pesar de esto, parte de la sociedad desconfía de ellas.
¿El motivo? La respuesta precisamente la encontramos en el corto espacio de tiempo en el que se han desarrollado. Habitualmente, el desarrollo de una vacuna implica un proceso que puede extenderse durante varios años en los que se prueban y analizan los posibles efectos secundarios y la eficacia que ofrece, en términos de inmunidad. En el caso de las vacunas contra la Covid-19, la urgencia ha sido la que ha marcado los tiempos de trabajo lo que no implica que se haya reducido la seguridad o se hayan acortado plazos.
Las fases de los ensayos se han realizado en paralelo para reducir plazos, se han minimizado todo lo posible los procesos burocráticos y los organismos encargados de la autorización de las vacunas han ido analizando el proceso prácticamente en tiempo real para evitar retrasos. Estos son algunos de los factores que explican el poco tiempo que se ha tardado en desarrollarlas.
“La vacunación previene entre dos y tres millones de muertes cada año y se podrían evitar otro millón y medio de fallecimientos si se mejorara la cobertura mundial en materia de vacunación”, ha afirmado la Organización Mundial de la Salud
Pero son muchos los que continúan desconfiando y movimientos contrarios a las vacunas han cobrado fuerza en los últimos meses. En un mundo globalizado y digitalizado los bulos circulan con alarmante velocidad a través de las redes sociales y los servicios de mensajería instantánea alimentando la pandemia paralela a la que también estamos combatiendo: la desinformación. Un problema que va mucho más allá del desconocimiento ya que puede costar vidas y afectar a la salud pública.
LAS VACUNAS SALVAN VIDAS
“La vacunación previene entre dos y tres millones de muertes cada año y se podrían evitar otro millón y medio de fallecimientos si se mejorara la cobertura mundial en materia de vacunación”, ha afirmado la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cuando hablamos de las vacunas contra la Covid-19, los expertos en salud pública aseveran que es fundamental combatir la desinformación. Motivo por el que vamos a poner el foco en algunos de los principales bulos que están circulando a través de las redes sociales y que han sido tajantemente desmentidos por expertos.
Las vacunas no son seguras porque se han desarrollado demasiado rápido
Las vacunas que han recibido la autorización de emergencia por parte de reguladores como la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) o la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) se han sometido a rigurosos y estrictos ensayos clínicos en los que han participado miles de voluntarios. Unos ensayos que se han realizado tras los óptimos resultados obtenidos en las pruebas iniciales con animales.
Los fabricantes insisten en que no se han acortado plazos y las vacunas son seguras y eficaces. Antes de ser autorizadas han sido sometidas a un minucioso escrutinio por parte de los reguladores que continúan efectuando una labor de vigilancia una vez se han iniciado las campañas de vacunación.
La reducción de los plazos en su desarrollo no responde a eliminar fases en sus ensayos sino a un aumento de la inversión que permite acelerar su producción, por ejemplo. De forma tradicional un candidato a vacuna completa los ensayos clínicos y es en ese momento en el que se inicia el un periodo de entre cinco y seis años que podemos denominar como de “desarrollo industrial”. En el caso de la vacuna de Pfizer y BioNTech, este proceso se ha reducido a apenas seis meses gracias a una inversión de 10 billones de dólares.
La reducción de los plazos en su desarrollo no responde a eliminar fases en sus ensayos sino a un aumento de la inversión que permite acelerar su producción, por ejemplo
Es necesario indicar además que otro de los motivos por los que las vacunas se han desarrollado a mayor velocidad es la respuesta de los voluntarios participantes en los ensayos. De forma habitual se solicitan 3.000 voluntarios para la vacuna y 3.000 para recibir un placebo (los sujetos no saben qué están recibiendo). Un proceso que puede extender años pero que, en el caso de la Covid-19, Pfizer ha logrado reclutar en pocas semanas 44.000 voluntarios lo que ha permitido un mayor análisis de datos.
Las vacunas contra la Covid-19 alteran el ADN
Las vacunas desarrolladas por Pfizer y BioNTech y la de Moderna se basan en tecnología de ARN mensajero que instruye a nuestras células sobre cómo producir una proteína que desencadena la respuesta inmune contra el virus y, así, generar inmunidad. El ARN mensajero (es decir, las instrucciones), nunca penetra en el núcleo de nuestras células tal y como aseguran los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).
“Esto significa que el ARN mensajero no puede ni afectar ni interactuar con nuestro ADN de ninguna manera. Las vacunas basadas en ARN mensajero funcionan con las defensas naturales del cuerpo para desarrollar de manera segura la inmunidad”, explican desde los CDC tal y como recogen en la CNBC. Los informes recalcan además que las células inmunitarias se descomponen y eliminan el ARN mensajero poco después de haber “entregado las instrucciones”.
«El ARN mensajero no puede ni afectar ni interactuar con nuestro ADN de ninguna manera. Las vacunas basadas en ARN mensajero funcionan con las defensas naturales del cuerpo para desarrollar de manera segura la inmunidad”
La vacuna no interactúa con el núcleo de las células ni afecta de ninguna forma a nuestro código genético. Este tipo de vacunas tienen la ventaja de que no tiene carga ni producto viral y permiten vacunaciones posteriores.
Las vacunas afectan a la fertilidad
Numerosos bulos han circulado estos meses señalando que la administración de las vacunas puede afectar negativamente a la fertilidad de las mujeres.
Edward Morris, presidente del Royal College of Obstetricians and Gynecologist, explicaba lo siguiente a través de un comunicado: “Queremos asegurar a las mujeres que no hay evidencia que sugiera que las vacunas contra la Covid-19 afectarán a la fertilidad. Estas afirmaciones son especulativas y no están respaldadas por ningún dato. No existe un mecanismo biológicamente plausible por el cual las vacunas actuales puedan causar algún impacto en la fertilidad y no se ha reportado evidencia de que las mujeres que han sido vacunados hayan experimentado algún problema de fertilidad”.
La vacuna no es segura para las embarazadas
La evidencia científica sobre cómo las vacunas pueden afectar a las embarazadas es todavía limitada, tal y como informan los CDC. Los datos disponibles sobre los ensayos con animales “no han demostrado preocupaciones de seguridad en ratas que recibieron la vacuna de Moderna antes o durante el embarazo. Los estudios de la vacuna de Pfizer y BioNTech todavía están en curso”.
Aunque todavía no se recomienda la vacunación rutinaria de las embarazadas hasta contar con datos más sólidos, la OMS y algunos de los principales reguladores han señalado sobre la evidencia de los estudios no clínicos de las vacunas que “no han planteado preocupaciones sobre la seguridad en el embarazo”
Los fabricantes de vacunas están realizando estudios sobre la vacuna y las embarazadas monitorizando a aquellas que mujeres participantes en los ensayos clínicos que se han quedado embarazadas. Aunque todavía no se recomienda la vacunación rutinaria de las embarazadas hasta contar con datos más sólidos, la OMS y algunos de los principales reguladores han señalado sobre la evidencia de los estudios no clínicos de las vacunas que “no han planteado preocupaciones sobre la seguridad en el embarazo”.
En este sentido el Comité de Vacunación e Inmunización de Reino Unido afirma que se recomienda la vacunación en embarazadas que presenten alto riesgo por patologías debido a los potenciales beneficios de la vacuna.
No se necesita usar mascarilla si ya se está vacunado
Este es uno de los grandes errores que más crédito está recibiendo a través de la desinformación. Una persona inmunizada contra el virus puede transmitírselo a otras personas. La evidencia científica no conoce por el momento cómo afectan las vacunas a la transmisión progresiva y se insta a que todos continuemos cumpliendo con las principales recomendaciones como el uso de mascarillas, distanciamiento social e higiene de manos.
No necesito vacunarme porque ya he superado la Covid-19
Si bien una infección previa por SARS-CoV-2 podría proporcionar anticuerpos contra una posible reinfección, la evidencia científica aún desconoce cuánto dura esa inmunidad. Diversos estudios indican que esta podría alcanzar alrededor de los cinco meses.
La viróloga e investigadora del CSIC, Margarita del Val, ha advertido de que aún no se sabe si las personas vacunadas, «si se exponen al virus, se infectan y son contagiosas sin síntomas», por este motivo ha recomendado mantener las medidas de prevención contra la Covid-19. Con respecto a la infección natural «esta confiere una cierta protección frente a los síntomas. Las vacunas también, un 95% las dos de RNA mensajero», en referencia a las de Pfizer y Moderna, y recordando que «con la segunda dosis, el refuerzo de anticuerpos neutralizantes es muy potente».
«Sin embargo», puntualizó del Val, «todavía no sabemos si las personas vacunadas, si se exponen al virus, se infectan y son contagiosas sin síntomas. Por eso nos quedan por lo menos varios meses de mantener todas las medidas de contención, también los vacunados«.
Puedo infectarme a través de la vacuna
Uno de los bulos más extendido. Como ya se ha explicado las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna se basan en tecnología de ARN mensajero por lo que no contienen virus vivos. En el caso de la desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford explican que el ingrediente activo “está hecho con un adenovirus modificado para que no pueda provocar una infección. Se utiliza para entregar el código genético de la proteína de pico del coronavirus”.