Es difícil diagnosticar la Hipertensión Pulmonar de manera precoz debido a que a menudo no se detecta en una exploración física de rutina. Incluso cuando la enfermedad está más avanzada, los signos y síntomas son similares a los de otras afecciones cardíacas y pulmonares, lo cual también retrasa en muchas ocasiones el diagnóstico.

 

En la detección de la Hipertensión Pulmonar empleamos el electrocardiograma, la radiografía de tórax y el ecocardiograma transtorácico. A través de ellos podremos sospechar la presencia de Hipertensión Pulmonar.

 

La prueba que confirma de forma definitiva la Hipertensión Pulmonar es el cateterismo cardiaco derecho, ya que con ella podemos medir la presión de la arteria pulmonar además de otros parámetros hemodinámicos.

 

También habrá que realizar otras pruebas que nos ayuden a identificar la causa de la Hipertensión Pulmonar. Habitualmente se realiza:

 

  • Analítica de sangre con estudio de autoinmunidad y serologías víricas (hepatitis B y C, VIH).
  • Pruebas de función respiratoria (espirometría).
  • Ecografía de abdomen: nos servirá para determinar si existe afectación a nivel del hígado aumento de presiones en la vena porta.
  • Gammagrafía de ventilación/perfusión: nos ayudará a determinar si existen trombos o coágulos en las arterias pulmonares o en sus ramas.
  • En muchas ocasiones se completará el estudio con un TAC de arterias pulmonares.
El diagnóstico de la Hipertensión Arterial Pulmonar idiopática (grupo I) es un diagnóstico de exclusión, por lo que debemos realizar todas las pruebas previamente descritas.

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