[Autor: Ana D. Román]
[Fuente: kienyke]

De manera muy acertada la Organización Mundial de Salud (OMS) eligió el día 24 del mes 7 (24/7) para conmemorar el día mundial del autocuidado en salud, como una manera de llamar la atención sobre la necesidad permanente de promover, desde las diferentes instancias, una cultura de protección y promoción en la salud y el bienestar. Esta es una invitación no solo personal sino colectiva, que involucra además de los profesionales de la salud, a las instituciones académicas, pacientes, sociedad civil y organismos del sector público y privado*

 

El autocuidado o autoasistencia son considerados por la OMS como la capacidad de las personas, familias y comunidades para promover y mantener la salud, prevenir enfermedades y hacer frente a las condiciones y discapacidades con o sin el apoyo de un proveedor de atención médica.*

 

Es sin duda, un hábito que, durante la pandemia, nos ha permitido enfrentar el desafío de trascender más allá de los intereses individuales y velar por el bien común en la sociedad. Ha sido una forma de capitalizar las complejas lecciones de un largo y retador año.

 

No obstante, hace falta una mayor promoción social y educación en torno a la necesidad de gestionar el autocuidado en forma proactiva y no reactiva, de reconocer los mitos versus las realidades, para así, ser parte de ese colectivo que busca trabajar de forma colaborativa para enfrentar propositivamente este momento único en la historia de la humanidad.

 

Para otros desafíos de salud pública en los cuales es imperativo practicarlo, el autocuidado necesita incorporarse, desde la primera infancia, en el ADN de las diversas culturas. Las escuelas y centros de estudio, así como el hogar, deben ser los escenarios primarios de este aprendizaje que nos debe recordar el rol que tenemos como sujetos activos en la calidad de vida, prevención de enfermedades, manejo de condiciones crónicas y distribución racional de los recursos de los sistemas de salud en todo el mundo.

 

Las acciones enmarcadas dentro del autocuidado contribuyen a alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 3, que apunta a garantizar la promoción de la salud y el bienestar a lo largo de la vida. Constituye, así mismo, una manera de promover la autonomía, eficiencia y recalcar el deber que tenemos de aportar al cuidado colectivo, mediante acciones que además de rodear al paciente, centro de nuestra actividad corporativa, garantizan la sostenibilidad de la innovación como un aporte en los sistemas de salud.

 

El autocuidado, su impacto social y la necesidad del trabajo sinérgico de toda la cadena, son una buena ecuación para responder a los requerimientos apremiantes de garantizar la salud, la equidad, el acceso y el bienestar general. Esto porque el autocuidado no se limita a tareas de prevención, incluye también el abordaje terapéutico, el cambio de hábitos, la alimentación balanceada, el cuidado físico, mental y emocional, la adherencia al tratamiento, la promoción del conocimiento, la lectura crítica y el empoderamiento en salud; temas que deben ser tratados abierta y oportunamente por médicos, pacientes y cuidadores.

 

Nuestra responsabilidad como ciudadanos es ser conscientes que la salud es un gran activo presente pero vulnerable a la vez, que merece ser cuidado por todos para tener ese impacto colectivo que necesitamos. Que la fórmula ideal es incorporar estas variables 7 días a la semana y 24 horas al día con el único fin de promover un mundo más justo y saludable para todos.

 

Source:https://www.kienyke.com/kien-opina/la-gestion-del-autocuidado-individual-y-colectivo-un-trabajo-247-por-ana-roman

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