Tanto la enfermedad como el tratamiento pueden repercutir en las actividades cotidianas. Por eso es importante que aprendas a organizar tus prioridades, planificar tu tiempo y ahorrar energía para lo que sea más significativo. Puede que sea necesario que llegues a acuerdos en tu trabajo para disponer de un tiempo específico para acudir a los controles y la administración del tratamiento respectivo.