[Autor: IM Farmacias]
El origen artificial del virus SARS-CoV-2 es sin duda el bulo que más se ha propagado, sobre todo en los compases iniciales de la pandemia. Posteriormente estos se centraron en los tratamientos y medidas para la prevención y luego sobre las vacunas. Esta evolución temática no se ha detenido, como explicó Desirée García, responsable de EFE Verifica. «Estamos ahora identificando nuevos bulos sobre el uso de las mascarillas y negacionistas de la pandemia, que la califican como `plandemia´ de las élites gobernantes».
No solo se ha producido una evolución en los temas abordados, sino que también se ha producido una sofisticación, como exponía Irene Larraz, redactora del equipo de fact-cheching de Newtral. «Cada vez utilizan más terminología médica, para conseguir una mayor justificación, además de hacerse más complejos, basándose los nuevos bulos en bulos antiguos ya desmentidos».
Sobre esta sofisticación de los bulos en materia de salud también incidió Juan Gómez, investigador y profesor titular de la Universidad de Granada, quien también apuntó hacia la búsqueda de figuras de autoridad que sustenten los bulos. «Y esto a veces se hace falsificando incluso al emisor del mensaje. Se busca que el bulo esté respaldado por personal sanitario para superar las reticencias de la audiencia». Ricardo Mariscal, responsable de Relaciones Institucionales del Instituto #SaludsinBulos, apuntó también a la estrategia de emplear a presuntos médicos y como estos bulos apelan al miedo de las personas para ser más creíbles. «El problema es que cuestionan medidas de prevención y su resultado puede tener consecuencias en la salud de las personas».
III estudio de Bulos de Salud
Una de las iniciativas llevadas a cabo por #SaludsinBulos es precisamente un estudio entre profesionales sanitarios para conocer cual es la realidad de los bulos en nuestro país. En esta tercera edición, el trabajo se ha centrado en saber el impacto de estos bulos en el entorno de la pandemia de la COVID-19 y un primer dato es que el 92% de los más de 300 profesionales sanitarios encuestados creen que esta pandemia ha hecho que aumenten los bulos sobre la salud. «Más en concreto, tres de cada cuatro profesionales reconocía que ha atendido a pacientes preocupados por un bulo sobre el coronavirus, un dato significativo de cuál ha sido el recorrido de estos bulos», apuntaba Frederich Llordachs, cofundador y socio de Doctoralia, empresa que colaboró en la elaboración del informe.
El canal más empleado en la distribución de estos bulos ha sido Whatsapp o aplicaciones de mensajería, con un 44% de los encuestados respondiendo en este sentido, seguido de las redes sociales con un 35%. Y aunque la televisión solo ha contribuido en un 8%, Llordachs apunta a su importancia. «Sobre todo en gente mayor es el principal canal para acceder a información, con una fuerte penetración. Por eso debería tenerse especialmente en cuenta». En cuanto la temática, la mayoría de los bulos se centraron en el origen del virus, seguido de las vacunas, los tratamientos y la prevención. «Los bulos sobre los síntomas se produjeron sobre todo al principio, cuando no disponíamos de mucha información sobre el virus y su comportamiento, pero luego han ido desapareciendo a medida que sabíamos más», siguió explicando Frederich Llordachs.
El estudio también arroja otros datos, que apuntan algunas tendencias que en los próximos años se harán todavía más significativas. Uno de ellos es que cada vez más pacientes acuden a las consultas con información que han buscado en la red. Hasta un 84% de los profesionales encuestados lo afirmó. Y será algo que irá a más, según Llordachs. «Es un número que va creciendo. A medida que los millenials se van haciendo mayores, y van teniendo consecuentemente problemas de salud, veremos cómo esto se hace todavía más significativo».
Bulos por Whatsapp
Carolina Moreno, catedrática de Periodismo y líder del grupo ScienceFlows presentó en el congreso de #SaludsinBulos un trabajo que analizó precisamente la distribución de bulos sobre el Covid-19 a través de Whatsapp durante el primer mes de la pandemia. «La transmisión de los bulos se asemeja mucho a la de los virus. Teniendo en cuenta que el primer mes ha tenido unas características especiales, nos interesaba conocer que era lo que se estaba promoviendo a través del canal de los mensajes para saber como nacen, crecen y evolucionan estos bulos».
Con la colaboración de más de 230 usuarios, se logró recopilar un total de 584 bulos verificados durante este primer mes, de los cuales se escogió 126 que se centraban en la prevención y en los tratamientos para la Covid-19. «Pudimos ver que en la primera quincena fue cuando se produjeron los principales picos de transmisión de estos bulos, decayendo la actividad en las semanas posteriores«, apuntó Moreno.
Otro dato relevante del estudio es que hasta el 62,70% de los emisores de estos bulos se identificaban como médicos o autoridades sanitarias, empleando por ello la idea de que procedían de una fuente de autoridad para reforzar su credibilidad. «Este criterio de autoridad es algo importante para entender como logran propagarse estos bulos, que pueden tener efectos perniciosos para la salud ya que algunos de ellos abogaban por la ingesta de sustancias para potenciar el sistema inmunitario que podían producir problemas de quemaduras o intoxicaciones».
¿Cómo luchar contra los bulos de la Covid-19?
La recetas propuestas por los expertos para controlar los bulos sobre la Covid-19 no difieren mucho de las que hay para combatir esta desinformación en general. Desirée García apuntó como sin embargo se pueden extraer algunas enseñanzas positivas de esta pandemia. «Estamos aprendiendo a reflexionar antes de compartir un mensaje. Parece que la desinformación se está espaciando, cuando la sensación de alarma disminuye también. En un primer momento la gente estaba ávida de información y eso hacía que la viralización fuera más rápida».
La aparición de algunos personajes famosos, con muchos seguidores, difundiendo algunos bulos también es un factor que ayuda en la propagación. Pero algunas veces es el propio entorno familiar y más cercano el que se convierte en cooperador involuntario. «Puede haber una buena intención, pero antes de compartir cualquier información es preciso contrastarla antes. Cuando nos llegan mensajes de nuestro entorno más cercano, de alguna manera bajamos nuestras alertas y es más fácil acabar cayendo en un bulo», explicó Ricardo Mariscal.
Irene Larraz coincidía no obstante en señalar que existe cada vez una mayor concienciación social sobre el problema de los bulos en salud. «Cada vez nos llegan más consultas sobre estos bulos. Esto es un indicador de que se ha logrado frenar en parte el impulso de compartir sin contrastar y esto nos puede ayudar a evitar la cadena de transmisión de los bulos».
Frenar esta transmisión es sin duda fundamental. «Un desmentido corre mucho menos que el propio bulo. Es importante por tanto iniciativas que ayuden a incrementar la consciencia sobre la problemática», comentó Juan Gómez, quien a la vez insistió en que el mensaje no puede ser el del pánico a internet y las redes sociales. «No todo es falso, hay que saber separar el grano de la paja y en esta labor el trabajo de los periodistas es fundamental». «Formar a la ciudadanía es importante, pero también a los propios profesionales sanitarios para que ayuden a informar a esta ciudadanía y combatir juntos a los bulos», concluyó Ricardo Mariscal.