[Autor: Javier Granda Revilla]
[Fuente: Diario Médico]
Los retos en cardiopatía isquémica son numerosos, ya que las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la primera causa de muerte en nuestro país. El papel de la anti-agregación resulta fundamental, así como la coordinación entre la Atención Primaria y la especializada, garantizando la continuidad asistencial.
Para profundizar en estos aspectos y con motivo del Día Europeo para la prevención del Riesgo Cardiovascular que se celebra hoy, 14 de marzo, Diario Médico ha organizado, en colaboración con AstraZeneca, un debate en el que participaron Juan Miguel Ruiz-Nodar, hemodinamista y cardiólogo intervencionista del Hospital General Universitario de Alicante; Albert Ariza, cardiólogo de la Unidad Coronaria del Hospital Universitario de Bellvitge; Clara Bonanad, adjunta de la Unidad de Hospitalización de Cardiología del Hospital Clínico Universitario de Valencia; Rosa Fernández, responsable de la Unidad de Rehabilitación Cardiaca del Complejo Hospitalario de Jaén, y Vicente Pallarés, médico de familia y coordinador nacional del Grupo de Trabajo de Hipertensión Arterial y Enfermedad Cardiovascular de Semergen.
Las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la primera causa de muerte en España. Para los participantes en el encuentro, los motivos son diversos. “Las tenemos presentes a diario. En un estudio de identificación del riesgo cardiovascular y renal que estamos llevando a cabo en Semergen hemos objetivado que, en la consulta de AP, el 52% de los pacientes son de riesgo cardiovascular alto o muy alto”, señaló Pallarés. La percepción es que esta tendencia va a continuar los próximos años, por lo que en su opinión, la AP juega un papel fundamental en atajarlo.
Para Fernández, la población sigue muriendo por enfermedad cardiovascular “por fracaso de la prevención primaria. Habría que buscar la enfermedad mucho antes, desde que somos niños, para modular y corregir esos factores de riesgo cardiovascular en prevención primaria y no llegar a la enfermedad”. Sí admite que se ha avanzado mucho en el tratamiento agudo de todos los eventos cardiovasculares. Pero, a pesar de que se conocen desde hace tiempo los factores de riesgo clásicos, lamenta que los mensajes no lleguen a la población. “Hay que trabajar mucho tanto en prevención primaria como en prevención secundaria para controlar los factores de riesgo cardiovascular. Y no olvidemos que cada vez tenemos pacientes más mayores, con factores de riesgo más prevalentes”, subrayó.
Enfermedad en aumento
Clara Bonanad incidió en esta idea, ya que recordó que en 2050 se estima que habrá 70 millones de nonagenarios en el mundo. “Habrá muchas más posibilidades de tener pacientes que tengan el primer evento coronario a edades más avanzadas. La magnitud de la enfermedad cardiovascular va a seguir creciendo, va a ser una epidemia a la que nos vamos a enfrentar los cardiólogos, aunque tengamos grandes avances en los tratamientos”, alertó.
Pero también hay aspectos positivos, como subrayó Juan Miguel Ruiz-Nodar. Entre otros, las mejoras en el manejo de la cardiopatía isquémica, con reducciones en la mortalidad del infarto agudo de miocardio, que han pasado en unos años del 20% al 5%. “La prevención primaria nunca va a ser perfecta y los factores de riesgo van a hacer que los pacientes tengan un infarto queramos o no. Somos muy eficaces para tratar los eventos agudos y cada comunidad autónoma tiene un código infarto. También ha mejorado el manejo invasivo de la cardiopatía isquémica, lo que ha cambiado el pronóstico de la enfermedad coronaria: todos los pacientes con infarto o síndrome coronario agudo se derivan a cateterismo en 24-48 horas”. A todos estos progresos añadió la disponibilidad de nuevos fármacos “que no existían hace dos décadas”.
“Con la suma de todos estos avances, ahora podemos ser muy resolutivos y tratar muchas veces, con mortalidades bajísimas, patologías que antes eran de gravedad extrema y dar de alta muy rápido a la mayor parte de pacientes”, resumió.
Ariza también se mostró positivo, “porque el hecho de que haya un aumento en la incidencia de la enfermedad cardiovascular significa la gente ya no muere de forma precoz por enfermedades infecciosas o por cáncer. Han mejorado los tratamientos y la expectativa vital en España es una de las mayores en nuestro entorno”.
Un problema apuntado por Pallarés es la aparición en consulta de pacientes con mucho riesgo cada vez más jóvenes. “Tienen hipertensión, dislipemia, diabetes tipo II… No acaban de entender por qué deben tratarse. Hay que decir a la población que hay que empezar a cuidarse, bajar de peso, controlar la sal y mejorar la alimentación y no fumar. Son necesarias campañas de prevención similares a las de tráfico”, propuso.
Mejorar la coordinación
Además, recalcó la importancia de la coordinación asistencial entre Atención Primaria y Cardiología en la mejora de la atención del paciente y en la adherencia a los tratamientos. En este sentido, Rosa Fernández incidió en la importancia de la continuidad asistencial “con Atención Primaria o bien con programas de prevención secundaria bien establecidos, con unidades de atención cardiaca o, si no las hay, con un buen protocolo. Si no, no tiene sentido porque el paciente pasa muy poco tiempo en el hospital y no tiene conciencia del infarto que ha sufrido”.
¿Cómo prevenir la aparición de pacientes tan jóvenes? Para Bonanad, sería fundamental enseñar en el colegio qué es la enfermedad cardiovascular y qué son los hábitos cardiosaludables, inculcando la importancia del ejercicio físico.
“Por otro lado, el cardiólogo clínico tiene una oportunidad terapéutica cuando el paciente ingresa en planta o en la unidad coronaria, porque está muy receptivo y es muy vulnerable”, por lo considera que es un momento “ideal” para comenzar la deshabituación tabáquica “o para que se lleve unos conceptos clave de adherencia o de la importancia de que se cuide y haga ejercicio. Y la Atención Primaria también es básica en este sentido”.
Otro motivo para el optimismo es el desarrollo de la tecnología, como las consultas virtuales y las TICs, con una mejor comunicación con el médico de familia, agregó Ariza. Sin embargo, Pallarés señaló las dificultades de compartir información por las diferentes historias electrónicas y los retrasos en las respuestas en las interconsultas. “No es tan fácil, depende de quién dirige la unidad de Cardiología y la de Atención Primaria”, admitió.
En Jaén, varios centros de salud de la zona rural colaboran en rehabilitación cardiaca, señaló Rosa Fernández. Esta manera de trabajar, en su opinión, logra involucrar desde un principio al médico de Atención Primaria y garantiza la continuidad asistencial. “El problema es que está sobrecargado”, advirtió.
¿Son seguros los stents?
Una de las preguntas que se plantean en este ámbito es si, en pacientes con cardiopatía isquémica, el riesgo está en el stent o en el propio paciente. Ruiz-Nodar recalcó la “enorme” seguridad de los stents que se están utilizando en la actualidad, junto a la doble anti-agregación que se utiliza.
“Por tanto, el riesgo está del lado del paciente. Cuando los pacientes ingresan en la unidad coronaria o en la planta de Cardiología o si viene directamente a cateterismo, ya sabemos cuáles tienen más riesgo de sufrir eventos. Tenemos que ser muy eficaces en la prevención secundaria del paciente vulnerable, con programas de rehabilitación y conexión directa con Atención Primaria para control de los factores de riesgo y uso de regímenes anti-trombóticos”, propuso.
Sin embargo, como recordó Ariza, los datos del estudio Aquiles indican que el paciente con riesgo trombótico se maneja de manera más conservadora. Ruiz-Nodar señaló que es así, a estos pacientes se tratan con menos recursos al alta, con menos estatinas y menos doble anti-agregación. Por eso, en su opinión, es fundamental medir con registros.
“Nos tenemos que concienciar en los pacientes de más riesgo”, coincidió Bonanad. Sin embargo, señaló su preocupación por los stents de anteriores generaciones o con infraexpansión. “Es cierto, se asocia a peor pronóstico. Por eso es fundamental ver el cateterismo junto al cardiólogo clínico y el cardiólogo de la coronaria y detallar las características de los stents. El stent no es el problema, sí es el tipo de angioplastia y el número de stents que implantamos. Esta es una de las claves a la hora de elegir el régimen anti-trombótico que recomendemos a nuestros pacientes”, afirmó Ruiz-Nodar.
Otro tema de debate, propuesto por Pallarés, fue si prolongar la doble antiagregación más allá del primer año. Rosa Fernández señaló que, desde la sala de hemodinámica, se puede señalar si el paciente es candidato a prolongarla. “En todos los informes –informe del laboratorio de hemodinámica, informe de alta, informe de rehabilitación cardiaca o de consulta externa de la Cardiología ambulatoria– debería indicarse qué pacientes pueden beneficiarse de prolongar (o acortar) el tratamiento y debe comunicarse a Atención Primaria”, recomendó.
También puede pasar inadvertido un aspecto que Pallarés advirtió: los pacientes consumen una serie de productos naturales que contienen principios activos y que pueden interferir con los tratamientos. “Parece banal, pero hace que un paciente empeore o sangre. Hay que hacer en las consultas de primaria un esfuerzo importante de educación”, recalcó.
Para Bonanad, un informe de alta de calidad “es aquel que contempla todos los escenarios posibles. Por esto, es importante indicar doble antiagregación preferiblemente durante un año. Y, en caso de tolerarla durante este periodo, se podría considerar prolongarla”. Así, se logra garantizar la continuidad asistencial.
Repasando la evidencia
El encuentro finalizó con un repaso a la evidencia: el estudio Prospect, realizado en pacientes con stents, mostró que el 20% de ellos tuvo, a los tres años, un segundo infarto, muerte o precisó de un nuevo cateterismo con implantes, pese a estar bien muy bien tratados en prevención secundaria. “Lo más importante del estudio es que, en las ecografías intracoronarias, se observó que la mitad de los eventos no eran por lesión culpable. Se debían, en el 50%, por ateroesclerosis nueva o rotura de placa en otras arterias. Por tanto, las lesiones se van a producir por progresión o rotura de placa y, de ahí, la importancia de la prevención secundaria en estos pacientes”, resumió Ruiz-Nodar.
En cuanto al estudio Preclude, Bonanad recordó que tiene un seguimiento a ocho años de 44.000 pacientes. “A un año, no hay casi diferencia en el reinfarto por lesión culpable/no culpable. Pero, a ocho años, las curvas se separan de una manera significativa. Y las lesiones inicialmente no culpables tienen un papel fundamental en la progresión de la ateroesclerosis y en el reinfarto. Es la base de los estudios de prolongación”, concluyó.