La manifestación más frecuente es la anemia, que significa una disminución en el número de glóbulos rojos, ya sea por destrucción de los mismos (hemólisis extravascular o intravascular) o por disminución en su producción. La anemia hemolítica intravascular provoca la liberación del contenido del glóbulo rojo a la sangre. Una de las sustancias que se libera es la hemoglobina, la cual se filtra a través del riñón ocasionando hemoglobinuria (presencia de hemoglobina en la orina), por lo que, en algunas ocasiones, la orina se torna oscura.
La anemia también puede producir fatiga, que se puede definir como una sensación de falta de energía; y disnea, es decir, la falta de aire al realizar ejercicio o esfuerzo como subir escaleras, caminar, ducharse, etc. Asimismo, las personas con anemia pueden presentar palidez, palpitaciones, mareo y desmayos.
Algunos pacientes también presentan tendencia a la trombosis (formación de un coágulo en el interior de un vaso sanguíneo), apareciendo en áreas vasculares poco habituales. Las complicaciones que conllevan los trombos son la principal causa de muerte.
Otro signo es la existencia de un componente variable de insuficiencia medular. Esto significa que puede haber una incapacidad de la médula ósea, que es la fábrica de la sangre, para producir las células sanguíneas. Por lo que los niveles de glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas pueden estar bajos.
Además, los pacientes con HPN tienen un mayor riesgo de padecer enfermedad renal crónica e hipertensión pulmonar. En el primer caso, se altera la capacidad de los riñones para filtrar los productos de desecho desde la sangre. La hipertensión pulmonar, se define como un aumento de la presión que ejerce la sangre sobre la pared de las arterias pulmonares, y tiene como consecuencia principal una alteración en la función del corazón.
Otros síntomas son: dolor abdominal, dolor de espalda, dolor en la caja torácica, disfagia (dificultad para tragar) y disfunción eréctil (incapacidad de lograr o mantener una erección suficiente).